Nuestro segundo encuentro en el colegio Luis Dorao ha sido especialmente revelador.

Vamos  aprendiendo y tomando nota. Aunque solo participaron cuatro madres y una componente del AMPA, fue más que suficiente. Probablemente ha sido la tertulia más intensa que nuestro grupo antirumores ha convocado. Porque el número de participantes no ha sido lo importante, sino la calidad y profundidad de las aportaciones.
Si el primer objetivo que nos marcamos al promover estos diálogos escolares es generar un espacio de encuentro y desmontar estereotipos, vamos por el buen camino. Las cuatro madres que respondieron a nuestra invitación y que compartieron sus sensaciones y experiencias eran musulmanas. Importante. Uno de los múltiples rumores que proliferan asegura que los musulmanes no quieren integrarse y no muestran interés en relacionarse. Este es otro rumor que no hace falta desmentir porque se desmiente el solo. 

La rica aportación de estas cuatro mujeres nos confirmó que todas ellas han estudiado o han hecho algún tipo de curso para buscar trabajo -que alguna ya ha conseguido-, que otra está ahora gestionando y la cuarta protagonista ha vivido en su propia persona el significado de término discriminación. Hoy, aquí y en Vitoria se niega un empleo a una trabajadora -con un excelente expediente académico-, simplemente por llevar el tradicional árabe pañuelo en la cabeza. Esto está sucediendo y esto significa que tenemos importantes temas pendientes en esta ciudad.
Es cierto que hay quien desea homologarnos, hacernos a todos iguales, evitar la diferencia. Pero, afortunadamente, vamos avanzando hacia una sociedad diversa, multicultural y multirracial, llena de matices, colores y aportaciones, y estamos dejando atrás esa aldea cerrada y oscura, con una sola y única visión de la vida, la existencia y los colores y formas de vestir. 
Impedir a una mujer que consiga un trabajo porque lleva yihab significa retroceder muchos siglos en el tiempo. Es ilegal y reclama con urgencia ser divulgado y denunciado. Y en esas estamos. Los oriundos de estas tierras vascas y españolas, en general, podemos ser retrógrados y desconfiados, pero también todo lo contrario. Vamos a darnos un tiempo, pero sin detenernos, porque la importante presencia de personas diferentes ya está aquí, y no podemos obstruir la marcha imparable del progreso y la interculturalidad.

Todavía vemos pocos médicos, funcionarios o policías con diferente color de piel o forma de vestir, pero ya están llegando y, con mucho gusto, les vamos a abrir paso. Todavía estamos en la segunda generación de personas llegadas de lejos. Nos falta la experiencia de países vecinos, que ya disfrutan de la cuarta o quinta generación, y son sociedades experimentadas en integración y multiculturalidad. Nosotros también la estamos consiguiendo.

Las cuatro madres muestran su deseo de que la formación que reciben sus hijos e hijas, primero y ante todo sea rica en valores y les haga personas responsables y respetuosas. Pero también son rotundas al subrayar que van a empeñarse en que estudien y consigan una titulación superior, sea cual sea el posterior trabajo que consigan. Y nos sentimos muy cerca de su visión y aportación.

Durante la hora que duró el encuentro la comunicación fue viva y rica. Nuestras interlocutoras insistieron en la importancia que tiene el idioma como instrumento fundamental para facilitar la integración, y nos recordaron que todavía hay muchas personas que no manejan el castellano y que es importante impulsar y asegurar este aprendizaje. Porque, con frecuencia, no es un problema de voluntad de comunicación, sino de dificultad en la comunicación. Por eso se habló de la importancia de que los colegios atiendan esta necesidad básica y faciliten clases de castellano a los padres y madres. También se mencionó el interés de ofrecer clases de árabe a hijos e hijas.

La comunicación y el encuentro son esenciales para facilitar la integración y para impedir los rumores y prejuicios.

Todas iniciativas que se promuevan en los colegios en esta línea, que acerquen la cultura, la literatura o poesía, la gastronomía, el folclore, los juegos infantiles, costumbres y tradiciones de cada país será un  regalo que todos disfrutaremos y nos ayudará a conocernos y respetarnos más. 
Este podía ser un buen momento para plantearnos el interés y conveniencia de promover un boletín impreso en el que tengan espacio y presencia todo el mundo, dicho en el sentido más amplio de la palabra.